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El envejecimiento es el conjunto de modificaciones que se producen como consecuencia de la acción del paso del tiempo sobre los seres vivos.

El envejecimiento de la piel está relacionado con el proceso natural de deterioro de nuestro cuerpo. Este proceso, está genéticamente programado, y así, las pieles secas, se arrugan más pronto que las pieles grasas. También intervienen factores hormonales, puesto que la andropausia en el hombre, y la menopausia en la mujer van a producir cambios a nivel vascular, óseo y dérmico. Así pues, se produce un adelgazamiento de la piel y una progresiva sequedad de la piel y mucosas. La excesiva exposición solar también acelera el proceso.

Algunos de los signos más evidentes del envejecimiento facial son:

  • Aparición de surcos en la frente y entrecejo
  • Caída de los párpados
  • Bolsas y arrugas alrededor de los ojos
  • Acentuación del surco nasogeniano y en las comisuras de la boca
  • Arrugas peribucales y pérdida de volumen de los labios
  • Flacidez y pérdida del óvalo facial
  • Sequedad y adelgazamiento de la piel
  • Alteraciones de la pigmentación
  • Dilatación de los poros

Cada caso es único, cada rostro, por sus características responde mejor a unos tratamientos que a otros. Depende de la edad a la que el paciente comience el cuidado de la cara. Aunque el secreto reside en una buena prevención, una combinación de tratamientos ayuda a combatir las secuelas del paso del tiempo.

Entre estos tratamientos, destacan: